Hace ya unos meses atrás que lo estaba esperando… Nunca se está preparado para una situación de esta índole… ¡Creedme! Aunque creemos estarlo, cuando menos te lo esperas, tu sistema nervioso entra en jaque.
Todo empezó con una mirada inocua, pero cargada de complicidad, inquieta pero inquisidora, tierna y con un brillo natural… escandalizador. Se acercó erguido y con una tranquilidad inusual me dijo -”Mama, ¿Qué hay de cierto en la Navidad?”-
Impertérrito, enervado y frío como un menhir, los tres siguientes segundos se convirtieron en más de tres milenios. Con tanta mesura por delante, me sentí bombardeado con una serie de recuerdos que a medida que afloraban, iban paliando una crisis interna desatada.
Se me presento el reto de dilucidar de forma inmediata tan efímera cuestión, cuyo resultado podría encadenar no solo desilusión, sino el derrumbe de unos pilares que hacen especiales tales fechas.
Por mi cabeza pasaron imágenes en las que torpemente me levantaba de la cama y seguía una línea de caramelos en el suelo que se dirigían a los pies del abeto que custodiaba lo que a mi me parecía una montaña de regalos variopintos y decorados. En otras ocasiones era una secuencia de pisadas de camello pintadas con espuma y acuarelas, pero yo no entendía a comprenderlo…todo era mágico: la decoración, los villancicos, los dulces, las mejores recetas culinarias, la familia…simplemente perfecto.
-“Magia”- contesté, -“e ilusión,… mucha ilusión”- Ilusión que aun siento como aquel niño, que aún hay en mí y que nerviosamente ojea en el sillón los folletos de regalos depositados en el buzón como si fueran dedicados para mi.
No me puedo demorar más para evitar que se descubra mi perplejidad, ya han pasado los tres segundos y tengo la responsabilidad innata de responder.
-“Mira hijo, hace más de dos mil años nació en Belén un niño que llegó a este mundo para ser un Rey, el Rey de todos los cristianos. Tres de los mejores Reyes de Oriente se acercaron al lugar del alumbramiento para ofrecer las mejores ofrendas de sus reinos. Una estrella en el cielo apareció para guiarlos y señalar dicho lugar. Esa estrella aún está en el cielo. Señalando al cielo dirigí mi dedo índice hacia la estrella polar… -“¿la ves?, aún sigue ahí. Si te fijas bien, en Navidad brilla con más fuerza”-
-“Desde entonces cada vez que nace un niño, se convierte en el Rey de su familia y los padres automáticamente en Reyes Magos por un día al año. Este símbolo se ha convertido en una tradición que se ve reforzada con solo contemplar con la ilusión que miráis las revistas de regalos y la cantidad desmesurada de cruces que ponéis en ellas para elegir lo que más deseáis. Ahora que estás creciendo tu tienes la oportunidad de convertirte en nuestro paje y ayudarnos a mantener la magia con tu hermana ya que cuando seas padre te convertirás en Rey Mago.”
La televisión se ha encargado de destruir paulatinamente la ilusión de la Navidad, ya que solamente intentan atraer la atención de los niños para garantizarse la compra de sus productos, aunque ello implique desproveer esas fechas de la magia navideña. Esta magia conlleva la incertidumbre de no saber que es lo que vas ha percibir, pero mas allá de esto, existe la ilusión de las fiestas, de las reuniones familiares y de todas las promesas y retos que nos proponemos para el año que va a comenzar.
-¿Cuál es el tuyo?-