miércoles, 23 de noviembre de 2011

EL FANTASMA DE LA NAVIDAD

Hace ya unos meses atrás  que lo estaba esperando… Nunca se está preparado para una situación de esta índole… ¡Creedme! Aunque creemos estarlo, cuando menos te lo esperas, tu sistema nervioso entra en jaque.
Todo empezó con una mirada inocua, pero cargada de complicidad, inquieta pero inquisidora, tierna y con un brillo natural… escandalizador. Se acercó erguido y con una tranquilidad inusual me dijo -”Mama, ¿Qué hay de cierto en la Navidad?”-
Impertérrito, enervado  y frío como un menhir, los tres siguientes segundos se convirtieron en más de tres milenios. Con tanta mesura por delante, me sentí bombardeado con una serie de recuerdos que a medida que afloraban, iban paliando una crisis interna desatada.
Se me presento el reto de dilucidar de forma inmediata tan efímera cuestión, cuyo resultado podría encadenar no solo desilusión, sino el derrumbe de unos pilares que hacen especiales tales fechas.
Por mi cabeza pasaron imágenes en las que torpemente me levantaba de la cama y seguía una línea de caramelos en el suelo que se dirigían a los pies del abeto que custodiaba lo que a mi me parecía una montaña de regalos variopintos y decorados. En otras ocasiones era una secuencia de pisadas de camello pintadas con espuma y acuarelas, pero yo no entendía a comprenderlo…todo era mágico: la decoración, los villancicos, los dulces, las mejores recetas culinarias, la familia…simplemente perfecto.
-“Magia”- contesté,  -“e ilusión,… mucha ilusión”- Ilusión que  aun siento como aquel niño, que aún hay en mí y que nerviosamente ojea en el sillón los folletos de regalos depositados en el buzón como si fueran dedicados para mi.
No me puedo demorar más para evitar que se descubra mi perplejidad, ya han pasado los tres segundos y tengo la responsabilidad innata de responder.
-“Mira hijo, hace más de dos mil años nació en Belén un niño que llegó a este mundo para ser un Rey, el Rey de todos los cristianos. Tres de los mejores Reyes de Oriente se acercaron al lugar del alumbramiento para ofrecer las mejores ofrendas de sus reinos. Una estrella en el cielo apareció para guiarlos y señalar dicho lugar. Esa estrella aún está en el cielo. Señalando al cielo dirigí mi dedo índice hacia la estrella polar… -“¿la ves?, aún sigue ahí. Si te fijas bien, en Navidad brilla con más fuerza”-
-“Desde entonces cada vez que nace un niño, se convierte en el Rey de su familia y los padres automáticamente en  Reyes Magos por un día al año. Este símbolo se ha convertido en una tradición que se ve reforzada con solo contemplar con la ilusión que miráis las revistas de regalos y la cantidad desmesurada de cruces que ponéis en ellas para elegir lo que más deseáis. Ahora que estás creciendo tu tienes la oportunidad de convertirte en nuestro paje y ayudarnos a mantener la magia con tu hermana ya que cuando seas padre te convertirás en Rey Mago.”
La televisión se ha encargado de destruir paulatinamente la ilusión de la Navidad, ya que solamente intentan atraer la atención de los niños para garantizarse la compra de sus productos, aunque ello implique desproveer esas fechas de la magia navideña. Esta magia conlleva la incertidumbre de no saber que es lo que vas ha percibir, pero mas allá de esto, existe la ilusión de las fiestas, de las reuniones familiares y de todas las promesas y retos que nos proponemos para el año que va a comenzar.
-¿Cuál es el tuyo?-

martes, 1 de noviembre de 2011

El hombre es un lobo para el hombre.

Cierta es la frase de Thomas Hobbes que resume en pocas palabras lo que aparentemente el ser humano se ha convertido. Debería haber sido el ser perfecto, pero nos hemos convertido en nuestro principal enemigo.
“El señor de las moscas” es una milésima parte del comportamiento humano frente a su continuo estado de alerta contra todos en una sociedad sin normas. Lo curioso es que en realidad vivimos diariamente en función a unas normas cívicas de convivencia… ¡nos saltamos el 90%!
Hemos creado mas de un millar de diferentes formas para autodestruirnos. Por si no fuera poco, y lo que es mas peligroso aún, es que somos conscientes de ello, pero ¿porqué no hacemos nada? Una célebre frase lo resumen:”Aquí no pasa nada, nos comemos la tostada, ni tan siquiera nos levantamos del sofᔡSoy privilegiado!: Todas las mañanas al levantarme doy gracias por el bellísimo rostro que tranquilamente dormita junto a mí. Con la luz que débilmente llega a la habitación contigua, puedo deleitarme unos minutos ante dos ángeles que inocentemente esperan ser despertados por los rayos del sol más madrugadores….¡Cuánta felicidad!. ¡Cuánto amor!
Me pregunto ¿Porqué al salir a la calle, es decir, cuando abandono mi castillo, el resto del mundo se ha empeñado en fastidiarme la vida?
Tanta perseverancia ha constatado el hecho de crear un artilugio letal. Yo lo llamo: “máquina de matar” Hablo de una herramienta concebida párale beneficio, el deleite y para el servicio del ser humano, pero es este quien testarudamente ha invertido sus funciones principales de bienestar, atribuyéndole el derecho de poder quitar la vida…. ¿Quien es ahora el culpable?¿El hombre o la máquina?
El coche, instrumento de autodestrucción altamente letal, es el responsable de ser el principal índice de mortalidad de los países desarrollados,…¿De qué material estará hecho? ¿Cuál es su poder para inhibir la consciencia de quien lo conduce?¡Porqué somos seducidos, llegando a transformarnos en lo que no somos?…¿O si?
Pensad un instante, en ese preciso momento, que conocemos a una nueva persona. Por norma no escuchamos a nuestro nuevo interlocutor, ya que por ende, solamente nos preocupamos por vender nuestra mejor imagen… ¡A veces me pregunto: ¿Realmente seré tan perfecto?… Tras vender mi mejor imagen, modestia a parte, solo necesitamos unos breves instantes para que ante mi se destruya cuan falsa y ruin venta. Acabo de acceder al puesto de verdugo, a los mandos de mi automóvil, cuya magia borran mi mejor sonrisa de unos instantes atrás y se transforman en un gesto inquisidor , tal que el resto de presuntos buenos conductores, parecen alimañas. Estas, mis enemigas, emergen valores antes inesperados, cuyo odio desatado aún me pregunto cual será su origen.
Cualquiera de los conductores podrían haber sido candidatos a recibir mi mejor sonrisa, fuera del automóvil, pero a los mandos del yugo, todo es diferente: Te gritaré si realizas un frenazo inesperado, aunque sea para evitar una desgracia, mas adelante me saltaré un semáforo en ámbar con el erróneo fin de recuperar los segundos perdidos. Segundos precisos para quitar una vida. Tras un breve sosiego, volveré a vociferar a aquel que se detiene en doble fila por una causa que pudiera ser justa o no, pero le grito, doscientos metros mas adelante me subo a la acera o invado un paso de cebra por la falta de aparcamiento. Soy el mejor conductor y por ello increpo desmesuradamente con el claxon a los conductores que no me permiten abandonar una rotonda desde los carriles más a la izquierda por los que circulo, es más, para no interrumpir la circulación no me detengo en el Stop.
Es mediodía y ya he juzgado a unos cientos de personas…¿Me siento mejor por ello?…A ninguno de ellos podría ponerla cara en ese mismo instante… Este sentimiento no llena igualmente mi gozo matinal. ¿Por qué?… Por que fuera de mi automóvil soy otra persona. Una persona con sentimientos, humilde y con ganas de amar a los demás.
Conducir debe de elevar los mejores valores cívicos. El automóvil confiere comodidad, autonomía e independencia propia para ser disfrutada. El hombre domina a la máquina, pues ha sido su creador. Elegimos a medida de nuestras posibilidades el mejor modelo, disfrútalo, sácale su mejor partido y no empañes su imagen por un mal uso.¡Cuidado!¡El coche mata!