En alguna ocasión, cuando menos lo esperas, surge que todo el sistema emocional entra en jaque como consecuencia de una concatenación de circunstancias por las que te despiertas del hastío en el que una parte de tu córtex estaba inmerso.
Las emociones llegan, se instalan y se van de forma inesperada. No tenemos el poder sobre ellas y es por eso que acampan a sus anchas. Se desplazan por las angostas vías de comunicación neuronal de forma vertiginosa, casi delictiva.
Conseguir cierto grado de paz, a modo de acompasar, es una tarea ardua, cuyo esfuerzo conlleva más resultados negativos que positivos. No por ello hemos de desistir en el intento por dilucidar el origen de las mismas para así poder combatirlas en lugar de caer en el vano sentir por querer justificarlas.
Proclives al pudor, hemos de admitir, que por muy paladines que seamos, frente a una batalla como esta, nuestra reacción es firme ante el anhelo de la victoria, pero trémula ante la sutil consecuencia que la derrota provoca en nuestro acervo emocional.
Desnudos, sin esbozo, emulamos al más abyecto de los seres para encontrar una salida…¡Cuidado al intentar abrir la puerta equivocada!...El Diablo puede estar al otro lado.
¡Ya está aquí!...El conflicto ha comenzado…No llego a comprender por donde ha entrado, pero el desorden se ha desatado.
Fauto y triunfal se instala en su trono. Como toda dictadura, despierta en mi una filosofía nihilista, infinita e incansable que suele invernar gélidamente en lo más recóndito de mi cerebro.
¡Cuidado! Se ha despertado de su letargo.
¿Consecuencias?...Por norma, catastróficas.
Llegó un desapacible día, tras las consecuencias ineludibles de un desastre. De regreso, todo fue un canto a la alegría carente de sinceridad, evasivo, divertido y esperanzador.
Desapareció, regresó para irse y el daño comenzó a ser irreparable … pausa… nuevamente un halo fugaz quiso que el destino transcribiera un hola y adiós que duró mas o menos un segundo, jaque mate.
Una eternidad para esbozar un plan que encaje en el enjuto canto de una hoja de papel, cuando nuevamente el sistema nervioso es amenazado en un devenir de emociones…¡ya están aquí!
El conclave reunido ante la crisis desatada, comenzará una nueva cruzada contra las emociones. En esta ocasión no habrá justificaciones, mis enemigas, tan solo tendré el innato poder de encontrar respuestas con preguntas que me mantendrán impune, pues se encuentran en nuestro interior.
¡La victoria es nuestra!