lunes, 2 de abril de 2012

La cuesta de enero

   Continuamente denominamos la “cuesta de enero”, al periodo comprendido desde el final de las fiestas navideñas hasta bien adentrado el año. Mas bien hasta que nos reponemos de los excesos curinarios y económicos asociados de esas fechas.
Paralelamente, cada final de año nos proponemos una serie de cambios que afectaran al buen desarrollo de nuestros anhelos. Todo ello con fecha 01/01/… cuya ejecución y resultados avanzan en  su máximo nivel sobre los mismos pasos de la misma pendiente.
Sin embargo, a medida que van pasando los días apreciamos cierto letargo, justificado por la aún inesperada realización y desarrollo, mientras entendemos que nuestros propósitos no eran tan a corto plazo, ya que fue más el ímpetu de su planificación  que la trazabilidad hacia una anhelada meta.
 Es curioso el extenso tiempo dedicado a la exhaustiva planificación de los mismos, la forma de mimar cada detalle, incluso el estudio desmesurado de los pormenores y dificultades a librar… ¡Cuántas ilusiones!, ¡cuántos cambios!, ¡cuántas mejoras!
¿En que me quiero convertir? ¿Seré diferente para mi desdicha?
Más efímero es el desistir a todos ellos, cuyo desinterés se convierte en otra “cuesta de enero”, aunque en este caso es más prolongada, pero no hemos notado síntoma alguno de cansancio. Sino que la angustia producida por la desilusión es más agotadora…¡frustrante! y alvidadiza-.
No existe receta, ni pauta alguna. Todos los años se repite la misma historia, hasta tal punto que la repercusión económica se hace imperceptible ante tan acusado daño producido por lo que pudo ser y no fue.

 ¡Cuidémonos de los excesos!... que todo lo bueno es ilegal, inmoral o engorda.
-Démosle más importancia a las cosas pequeñas que te rodean cotidianamente. Una sonrisa, por ejemplo, es más fácil de recordar (dejan arrugas) que todas aquellas situaciones que te han fastidiado el día, las cuales es imposible ponerles cara al final de día.(son más numerosas).
-Antes de salir a la calle, tomate tu tiempo frente a un espejo. Quizás lo que en él se refleje no es lo más grato, pero piensa que lo mejor de él está dentro y lo que se ve es solo el embase y si acaso ves algún defecto, es culpa del fabricante…del espejo ¡por supuesto!

Si reflexionamos un poco antes de abandonar tu camino, piensa no solo en el esfuerzo, sino en los resultados. Por ello no vamos a bajar el listón de nuestros anhelos, sino que vamos aumentar nuestros esfuerzos y continuaremos insistiendo. –“Lo que se persigue se consigue”
 Toma un respiro, oxigena, reflexiona y retoma lo que dabas por esfumado.
Los sentimientos son los mismos, pues no los podemos controlar, las justificaciones solo nos han de servir para dilucidar la forma más cómoda de afrontarlos ya que tenemos una “X” marcada en la casilla de nuestros logros y tenemos la necesidad y obligación moral de conseguirlos.

Si la pendiente se va elevando, iremos dando los pasos más pequeños, pero no por ellos menos firmes. Todo lo que nos produce un sentimiento de frustración, los vamos a sustituir por un nuevo reto, que al conseguirlo vamos experimentar una inmensa felicidad, la cual es la energía que necesitamos para ir ascendiendo.

Caminar sobre una horizontal es fácil a consecuencia del cambio experimentado al desistir en el intento de cambiar lo que desearías ser y simplemente no dejes de ser tú.
 Si pierdes tan solo cinco minutos al día de ser feliz, has perdido más de un día al año a lo largo de tu vida.
 ¡No quiero penar si pierdo más tiempo!