domingo, 28 de diciembre de 2014

Pandemia


…espero que esta exposición haya cubierto vuestras expectativas iniciales. Como dije al principio, tratamos un tema “pesado” en su teoría, a la vez que interesante en el terreno.

Así acabó mi ponencia o más o menos de forma semejante. Simultáneamente, el crepitar de las  sillas moviéndose hacia atrás envolvió las últimas palabras mientras escribía mi dirección de correo electrónico en una pizarra tediosa con un rotulador pidiendo a gritos un sustituto y pude oír el sentimiento de vergüenza ajena producido por el trazado añil. Al cerrar torpemente la capucha lancé una mirada de consuelo al rotulador haciendo la promesa de su pronto reemplazo.

-Perdonar este distracción, porque no sé a qué carajo ha venido este comentario- Mis disculpas por perder el hilo de esta historia.

El día amaneció gris, un gris azulado típico de nuestra tierra. Solo unas gotas de lluvia que caían tímidamente. Seguramente alguien desde las nubes les estaba obligando a precipitarse al vacío. Lo más normal que en pleno mes de diciembre no bajamos de los quince grados por lo que mientras realizaba un curso acelerado e intensivo del manejo del paraguas pisé una de tantas baldosas sueltas de nuestras aceras  con tal suerte que empapé mis mocasines nuevos.

-Esto tampoco tiene que ver con la historia que deseo contar, más aún… ni tiene relación alguna. Perdón!-

El tenedor de la vajilla de diario, discerniente,  sujetaba desproporcionadamente aquel pedazo de filete de lomo de cerdo como si deseara que no pudiese huir de la condena imputada. Ahora tocaba el turno del cuchillo. El arco descrito por el brazo desde su reposo en la zona comensal hasta el momento de comenzar a incidir sobre él fue majestuoso. Aún recuerdo como elegí el punto de incisión como si en él se dibujara unas coordenadas GPS de color verde fosforito. El ruido emitido por la sierra del cuchillo mientras desgarraba cada musculo de aquel inerte tejido fue casi aterrador y no era por la sequedad del instrumento ejecutador puesto que la orografía del filete acumuló pequeños lagos de aceite quemado. -Es que era de la parte de la cabeza-.

Una idea surgió en mi cabeza, inapropiada, como viene siendo habitual mientras almuerzo. Recordaba que esa misma tarde debía realizar mis compras. Me vino a la memoria un lugar cercano. Se trataba de un comercio asiático que estaba abierto todo el día. Saludé a su propietario de forma amigable presuponiendo que era conocido ya que su cara me resultaba familiar.

-Puede parecer una broma de mal gusto y es por ello que deseo me disculpéis por alejarme una vez más de este sin sentido-

Sentado en mi confortable sofá, las noticias siempre desastrosas de esta cadena provocan un cambio de canal en busca de mejores noticias. ¿Cuál fue mi sorpresa? Una estadística realizada por una honorable universidad con prestigio internacional exponía los datos de su distendido trabajo. “…se ha detectado un considerable aumento de un tanto por ciento elevado de españoles que buscan refugio ante la crisis asistiendo a las aulas”  Yo me pregunto cómo traducir este titular: ¿Soy más Listo o más Tonto con o sin status?

Se me ocurre una posible respuesta: A priori no es de listos ni de tontos en una sociedad cuyos valores culturales y morales están basados en lo que pueda pensar el vecino de nosotros nos compromete a ocupar nuestro tiempo en algo denegado como el trabajo. Ojo!, tenemos el derecho al trabajo pero poca posibilidad de acceder a él. Espiamos nuestros pecados estudiando.

…por lo menos hacemos algo de provecho.

 Ummmmm!!!

… parados…sí!... todavía,… pero más formados.

¡Más que formados en formación!: Formados para la cola del paro, para la cola de una ONG, para recibir una ayuda o en la cola del banco para evitar un desahucio.

Ahora me doy cuenta que por una vez estoy al hilo de las consecuencias, sin divagaciones ni despistes. Centrado, como no podría ser de otra manera, caigo en la cuenta que si falla un rotulador al hacer una reseña con un pronóstico del 5% de probabilidades de ser copiada o recordaba, no puede ser tan importante del hecho de salir a reponerlo a una tienda de los chinos un día lluvioso.

-Joder! Que a gusto me he quedado!.... o no!!!

-Cip-

lunes, 24 de febrero de 2014

Disfunción Erectil



  Entre el bullicio, un ir y venir de materiales, cajas, personas y demás, formaban parte de aquel día. Al fondo, un sollozo silencioso llama mi atención insonorizando el resto del  estridente ambiente y me hace girar en la dirección de donde proviene tal sonido.

   Manos sobre la cabeza, servilletas de papel, ojos sonrojados, lágrimas resbalando por las mejillas formando pequeños afluentes que aumentan el caudal de un rio que desemboca en el mar de las penas y la respiración agitada fueron las pesquisas suficientes para dilucidar lo que allí estaba sucediendo...-¿Por qué esta escena?-

   No supe que hacer ni decir. Lo primero que mi subconsciente sugirió fue abalancharme sobre ella y rodearla con mis brazos, previo todo aquello, una posterior batería de sutiles preguntas me ayudarían a llegar al meollo de la cuestión.

   Algo extraño presentí puesto que cuando me preparaba a derramar todas aquellas  breves y directas cuestiones, mi cortex se paralizó por completo. Una erección había atraído toda mi atención… ¡Así no hay manera de hacer nada!. Algún monosílabo me hubiera bastado.

   Cuando el retorno sanguíneo comenzaba a liberar mis pensamientos, tímidamente pude balbucear  lo que viene a ser un tímido deseo de salir de allí. No sé, si con la acertada idea de ir a tomar un café con la leche bien caliente….-Uff!!, perdón.

   De camino a la cafetería,  la cafeína fue haciendo  su reacción. El aroma de su piel y de su cabello aún mantenía una extraña batalla entre sentimientos y feromonas. Minutos más tarde, al sentir la temperatura de aquella revitalizante bebida en mis labios, comprendí lo que me había llevado hasta allí. La hora del té.

   Una luz enturbia la mirada. Levanto la vista y el  resplandor producido por la incidencia de los rayos del sol, en su perfecta inclinación con el líquido cristalino que forma aquella gota procedente de los ojos, vuelve a perturbar mis disertaciones e intento buscar una explicación a aquel fenómeno, mientras que las pupilas vuelven a su estado de normalidad – ¿Refracción?

   Comprendí, mientras se enfriaba el café, que el hecho por el que me encontraba en semejante lugar era debido a lo preocupante de ver a otra persona desahogar sus frustraciones, sin motivo aparente. Motivos tenía.

    La vida es un cúmulo de errores, cuya inevitabilidad solo es cuestión de medir cuál de ellos merece la importancia de dedicarle unos minutos de infelicidad. - ¿Quien tiene tal calibrador?-… Un alto nivel de responsabilidad solo puede producir confianza y satisfacción… O no!

   Mientras se producía la enumeración de motivos por los cuales se había llagado a aquel estado, de una forma proporcional quiso desfallecer en una perfecta combinación de palabras y sentimientos. Antes de que perdiera el equilibrio la sujeté por sus hombros. El contacto producido volvió a provocar una nueva erección sin venir a cuento.

   Hoy, varios meses  después de aquel desenlace, intento recomponer los motivos por los cuales una persona se  puede sentir decepcionada. Lo que aún no llego a comprender es como la cercanía de quien sabe quien provoca una erección que rompe toda barrera de calcificación de  próstata.

   Pasando una mano por la barbilla, frunzo el ceño y  mirando hacia lo que en otras circunstancias simulaba un precioso cielo azul, solo se me ocurre decir aquello que:  ¡Seguiremos investigando!. ¡Hacemos todo lo que podemos!. ¡Nadie quedará impune!