lunes, 24 de febrero de 2014

Disfunción Erectil



  Entre el bullicio, un ir y venir de materiales, cajas, personas y demás, formaban parte de aquel día. Al fondo, un sollozo silencioso llama mi atención insonorizando el resto del  estridente ambiente y me hace girar en la dirección de donde proviene tal sonido.

   Manos sobre la cabeza, servilletas de papel, ojos sonrojados, lágrimas resbalando por las mejillas formando pequeños afluentes que aumentan el caudal de un rio que desemboca en el mar de las penas y la respiración agitada fueron las pesquisas suficientes para dilucidar lo que allí estaba sucediendo...-¿Por qué esta escena?-

   No supe que hacer ni decir. Lo primero que mi subconsciente sugirió fue abalancharme sobre ella y rodearla con mis brazos, previo todo aquello, una posterior batería de sutiles preguntas me ayudarían a llegar al meollo de la cuestión.

   Algo extraño presentí puesto que cuando me preparaba a derramar todas aquellas  breves y directas cuestiones, mi cortex se paralizó por completo. Una erección había atraído toda mi atención… ¡Así no hay manera de hacer nada!. Algún monosílabo me hubiera bastado.

   Cuando el retorno sanguíneo comenzaba a liberar mis pensamientos, tímidamente pude balbucear  lo que viene a ser un tímido deseo de salir de allí. No sé, si con la acertada idea de ir a tomar un café con la leche bien caliente….-Uff!!, perdón.

   De camino a la cafetería,  la cafeína fue haciendo  su reacción. El aroma de su piel y de su cabello aún mantenía una extraña batalla entre sentimientos y feromonas. Minutos más tarde, al sentir la temperatura de aquella revitalizante bebida en mis labios, comprendí lo que me había llevado hasta allí. La hora del té.

   Una luz enturbia la mirada. Levanto la vista y el  resplandor producido por la incidencia de los rayos del sol, en su perfecta inclinación con el líquido cristalino que forma aquella gota procedente de los ojos, vuelve a perturbar mis disertaciones e intento buscar una explicación a aquel fenómeno, mientras que las pupilas vuelven a su estado de normalidad – ¿Refracción?

   Comprendí, mientras se enfriaba el café, que el hecho por el que me encontraba en semejante lugar era debido a lo preocupante de ver a otra persona desahogar sus frustraciones, sin motivo aparente. Motivos tenía.

    La vida es un cúmulo de errores, cuya inevitabilidad solo es cuestión de medir cuál de ellos merece la importancia de dedicarle unos minutos de infelicidad. - ¿Quien tiene tal calibrador?-… Un alto nivel de responsabilidad solo puede producir confianza y satisfacción… O no!

   Mientras se producía la enumeración de motivos por los cuales se había llagado a aquel estado, de una forma proporcional quiso desfallecer en una perfecta combinación de palabras y sentimientos. Antes de que perdiera el equilibrio la sujeté por sus hombros. El contacto producido volvió a provocar una nueva erección sin venir a cuento.

   Hoy, varios meses  después de aquel desenlace, intento recomponer los motivos por los cuales una persona se  puede sentir decepcionada. Lo que aún no llego a comprender es como la cercanía de quien sabe quien provoca una erección que rompe toda barrera de calcificación de  próstata.

   Pasando una mano por la barbilla, frunzo el ceño y  mirando hacia lo que en otras circunstancias simulaba un precioso cielo azul, solo se me ocurre decir aquello que:  ¡Seguiremos investigando!. ¡Hacemos todo lo que podemos!. ¡Nadie quedará impune!