viernes, 7 de octubre de 2016

Con forma fática

El alba se encontró conmigo. Un contraluz dorado teñía de oro el relieve de las montañas del Collado García. Un estremecimiento de pavor recorrió mis entrañas dejándome sentado en el extremo de un angosto redil, atragantado por una sensación de indignidad personal. Ocultar ciertas sensaciones es como intentar simular un olvido.
   Nada sucede al azar durante el transcurso de una batalla sobre un tablero de ajedrez. Tampoco es que se trate de códigos de rutina y no es que desee empezar esta historia muy pusilánime, menos aún como fanfarrón, pero si desearía ser cauto ante una evidente forma fática de las leyes banales del hombre.
   Tan solo unas pocas horas antes,cuando avanzaba una apacible tarde estival,harto de sentirme una persona infeliz,sometido a mi propia estupidez e indolencia como un héroe postrado ante cualquier villano, me levante de mi letargo y con un gesto taimado superpuse miles de realidades, complejos y contradicciones pasadas. Era el momento de picar espuela y gastar suela de zapato, más o menos lo que viene siendo “salir echando leches”. Pero no iría solo.
  Tenía el corazón obcecado en desobedecer a la razón y a falta de fé solo necesité un puñal clavado en mi propio egoísmo para salir acompañado en aquel largo camino de quinientos metros que separaban la casa del cementerio. La tarde dejaba paso a una tenue oscuridad que iba invadiendo el cuerpo desde los pies hacia el torso como cuando arrastras la colcha arrugada en el fondo de la cama para cubrir el cuerpo  helado de las noches de invierno, tan echado de menos en verano.
   No hablemos del tiempo. Dejemos eso para la cola del supermercado o el uso compartido de un ascensor con desconocidos.
   Hoy podría cerrar los ojos un segundo y recordar las curvas de aquella mujer mejor que mis propios pensamientos. Cogidos de la mano inauguremos el paseo. Es cierto que dimos un rodeo pues el trayecto nos pareció corto y era mucho lo que había que tratar. Decidimos campo a través cruzar por detrás de la casa por un estrecho sendero que un poco más tarde nos llevó a un camino con vestigios de haber sido más transitado. Tomamos la dirección de la izquierda en un cruce, sorprendidos por una espesura de encinas y chaparros poco habituales en estos tiempos y tan comunes siglos atrás. Recuerdo haber contado la historia de que en tiempos de los romanos aquel lugar de nuestra Almería, hoy  desértica, fue  frondoso de vegetación y cuya cita de el geógrafo griego Estrabon decía “ Desde la Baetica a Tacarronensis una ardilla puede cruzar la península de rama en rama sin tocar el suelo”. Fue entonces cuando me  entraron ganas de grabar en un tronco un mensaje de esos que perduran toda la vida.
    Bajando colina abajo se hizo más duro el caminar. Hubo que soportar reproches, desenlaces desagradables, recuerdos negativos, más una concatenación de reacciones impasibles y mal gestionadas. A medida que las piernas descargaban presión ayudadas por la orografía del camino, la cabeza comenzaba a organizar la defensa ante semejante bombardeo de preceptos que el oído iba atendiendo solo a ratos, pues la contienda dio paso a un momento hostil en contradicción a mi anhelo de querer vivir en tranquilidad. ¡Qué mal rato, la verdad sea dicha!
   Como si de una maratón se tratase llegamos ante la medrosa silueta que aquel lúgubre edificio ofrecía y donde los lugareños dan sepultura a sus convecinos. Los muros de no mucha altura están cubiertos de una argamasa aplicada a pellizcos  disimulada por el reluciente resplandor de varias manos de cal recién aplicadas. Las aristas de la grava incrustada presentan los cantos redondeados como consecuencia del paso de los años. Mis gestos se amaneraron a medida que nos acercábamos a la verja. Pude notar como a pesar de la calor y la caminata a mi  acompañante se le heló la piel y se le agitó la respiración. Respiración que no tardé en sentir en mi rostro pues la sensación de pánico le invadió y se aferró a mí como si ambas pieles se quisieran fundir en una.
  Aún me pregunto cómo se puede viajar del enfado perfectamente instaurado  a la libido amenazadora de una erección en toda regla...Creo que aprendí a leer las señales que mi cuerpo envía. Si...,va a ser eso, pues sin saber aún como sucedió juntamos ambas bocas en un apasionado beso como si no hubiera un mañana.  No tardaría mucho  en llegar al orgasmo a la vez que se agarraba con fuerza a los barrotes de la verja.
-Creo que estaría a bien engrasar los goznes de la verja para que no chirríe-
 Miré hacia el interior  y pude notar  decenas de ojos que  juzgan virtudes de las gentes como un tribunal a falta de fe se tratase.  Pero al igual que no se puede quitar una arruga a una tela apretándola con fuerza, terminamos nuestra partida con un enroque a la reina.
   El sol ya estaba a cierta altura sobre la cumbre de las montañas, majestuoso, provocador,solemnemente observador y un poco retrógrado. Creo que está enamorado de la luna, ella lo sabe y le asusta, por lo que desaparece al alba. Tan solo permanecen visibles lo que tarde en tomarse un café.

-¿Solo o con azúcar?-



miércoles, 17 de agosto de 2016

Columba livia

-¿Qué tarda un cuerpo en descomponerse, señorita?-
   Tenía sólo doce años cuando realicé esta consulta a mi profesora de segundo de primaria durante una excursión al Museo Arqueológico de mi ciudad. Me llamó la atención ver aquellos esqueletos, sobre todo los que estaban incluidos en una vasija de barro con bordes romos.

   Hoy es 30 de Marzo de 2016 cuando una alarma interna se accionó violando todos los vericuetos de mi cerebro. Me levanto con los ojos vidriosos y de forma obtusa me visto en la oscuridad de la habitación. Serían aproximadamente las 00:45 de la madrugada, una hora después de acostarme y seis horas antes que sonara la estoica melodía del despertador.
Al salir a la calle un enorme hedor a podredumbre, suciedad, orín y sudor se mezclaba en un denso ambiente a humedad agria,  densa y  difícil de respirar. Tuve que frotarme los ojos para comprender que aún no estaba en  mi sala de autopsias con mis cadaveres diarios, mi bata blanca ajada y mi juego de bisturíes sobre un cadalso inmaculado.
   -Saben aquello que iban dos cuñados caminando junto a una Alameda tras hincarse  media olla de garbanzos estofados, cuando el más joven de ellos afirma “me están entrando unas ganas de cagar. ¿Tú llevas el papel? A lo que el más adulto se detiene un instante, le mira fijamente a los ojos y dice “ no!!!... yo me lo se de memoria”-

   Mientras caminaba me vino a la memoria el recuerdo sutil y visible que opera aún de forma codiciosa cuya imagen de una  mujer todavía en mi lecho, dormida boca abajo con su cuerpo semi  desnudo cubierto solamente con una melena que ocupaba parte de su espalda como si de un cuadro se tratase y las pantorrillas cubiertas por un haz de sabanas torpemente amontonadas testigo de flujos y olores de un día apasionado. Me entretuve un poco en reconstruir las marcas que su piel había dibujado en su trasero ... ahora que lo recuerdo....precioso! Por la ventana asomaba la imagen de nuestro apacible mar Mediterráneo acariciando con sus tímidas olas la orilla de nuestra hermosa bahía.
Sin darme cuenta mi desasosiego particular me hizo parar involuntariamente pues  ya me encontraba en la parada de taxi. Mire hacia mis piernas con la intención de agradecer tal gesta cuando el resplandor del blanco de mis huesos entre jirones de carne inerte y coágulos de sangre, reclamo de una carne ya muerta que se pudre de forma jovial y vuelvo a notar el mismo hedor de unos minutos atrás.
   -Un señor con capa negra y sombrero alado entra en una tienda de animales y le pregunta al caballero de detrás del mostrador:
 “¿Me puede usted vender 500 palomas?.
 ¿Mensajeras?
No! No le ensagero para nada”.

   El escaso margen difuso que deja un desamor, junto con un grupo de moscas revoloteando en torno a mi cabeza, entorpece mis pesquisas y a medio camino entre la protesta y la disculpa amistosa confirma, más bien no apruebo el crédito de respeto que por interés propio había acumulado. La advertencia de algo vivido agazapado por el recuerdo,  observando las heridas de un inolvidable pasado, decido plantear mi jugada con un enroque a la Reina. Marcaba el reloj las 14:50 cuando la partida termino. Jaque al Rey viejo. Intento insinuar surcos de lagrimas oscuras, más bien sucias para no desvelar un meticuloso plan que había confeccionado semanas atrás  con el más mínimo de los detalles. No había dejado nada al azar como en aquellas gloriosos enlaces matrimoniales en época de esplendor.
   Giro la cabeza cuando observó la fugaz y conocida figura negra de aquel caballero de capa y sombrero alado. Con una carpeta en la mano y un boli “bic” en la otra,  mantiene una conversación con un señor bajito vestido con un traje outlet gris oscuro a rayas  y corbata verde isabelina estampada con tonos más oscuros de lo más hortero.
-Querido amigo, tengo en mi poder 1000 palomas-
¿Mensajeras?
-No te ensagero nada-

   Tenaz como un ejército de húsares, afino el matiz para tener la misma sensación que una ciudad fortificada, cercana e inalcanzable como aquella mujer tumbada en mi lecho unas horas antes, ahora desvaneciendose en el horizonte. Estólido, miro al cielo  y veo pasar más o menos 1500 palomas batiendo sus alas al viento y no te ensagero nada.
   Algo falla en el sistema de refrigeración. El calor se hace patente. Me sobra ropa. La bata lleva impregnado trozos de carne en descomposición con restos ocres de un pectoral intonso. Del pecho gorgotea una densa pus acelerada por hiperventilación. Los pulmones toman un color oscuro y  oxidado en continua contienda con  un trozo de tráquea que  martillea el lóbulo superior ferozmente. Un charco de fluidos viscosos humedecen mis mocasines. El nivel va en aumento. Me muevo, - ¡soltar amarras!- -recoger la mayor!—¡soltar juanetes y trinquillas!...Comienza mi  singular singladura. En un intento de salir de allí me viene a la cabeza aquella mujer que entra a la consulta del médico con mucha prisa – señora, necesito una muestra de sangre, otra de heces y otra de esperma de su marido-  - Doctor,  aquí le dejo mis bragas y ya se apaña usted que llegó tarde al trabajo-
Atónito, el médico llama a su enfermera para emitir la petición de las pruebas. Le hace entrega de aquella ropa interior, minúscula y rebosante de valiosa  información. Le llama algo la atención. -Espere un memento señorita – informe al laboratorio que quiero los resultados más rápido que el vuelo de 2000 palomas- -¿Mensajeras, Doctor?- - No le ensagero nada-

   En la cafetería de al lado aquel hombrecillo regordete, bajito y chabacano deja su chaqueta gris a rayas sobre el respaldo de un maltrecho taburete delante de la barra. – ¿Qué le pongo al señor?- -Al Señor le pone usted dos velas, a mí un café con la leche en el infierno, por favor!. Tras la barra pegado, no sé cómo, en una enorme cristalera, un reloj marcaba la hora. Hora  que no viene a cuento por mucho que su jovial agujilla del segundero se moviera más rápido que el esclavo que huye del látigo de su amo. Entré  o ya estaba sentado, no recuerdo bien. En definitiva lo que allí sucedió no tiene precedente alguno. Las paredes comenzaron arder por combustión espontánea, los remolinos de llamas rojas y amarillas ascendían hacia el techo, los fluorescentes acaecían en secuencia de pequeñas detonaciones como si tuvieran una espoleta bien sincronizada. Puertas y ventanas comenzaron a abrirse y cerrarse en continua discordia, todas estallaron simultáneamente. Inmóvil aún en mi lugar de la mesa donde se enfriaba un amargo café, la miré a los ojos y repasando los tiempos verbales cité:” -Te amo, te amé y te amaré-“ Las llamas no tardaron en envolverme y a medida que iban devorándome primero la piel, luego la carne y cuando el hueso se transformaba en polvo, a través del fuego  pude verla por un instante más bella que nunca.

Salí del bar cabizbajo  y a pocos metros me encontré de nuevo con aquel señor de capa y sombrero alado negro que sin darme tiempo a reaccionar me preguntó cómo me iba el día. Sin poder mirarle a la cara me llegó el recuerdo de una historia en la que un León había delimitado su territorio de la jungla con una valla y un cartel donde decía ¡Cuidado con el León! Una nota aclaraba: si entras sin permiso te comerá o te follará.. Seguí mi camino con la mirada fijada en la acera y al llegar a su altura, en un intento de articular palabra balbuceé –“a mí me comió-“

  Hoy, siendo el responsable de mi propio asedio, suturo  el pecho y el abdomen de un occiso de los seis que aún impertérritos permanecen sobre el frío de su respectiva mesa de aluminio cubiertos con una impecable sábana blanca recién planchada y olor a lavanda. Decido tomar un descanso. Salgo a la calle. Necesito un cigarrillo. Tomó asiento en uno de los bancos de la rambla junto a un señor que momentos después paradójicamente estaba alimentando a 2500 palomas.

-¿Mensajeras?-

-¡¡¡ Venga ya ¡!!

domingo, 31 de julio de 2016

JUEGO DE TRENES. VIAJE SIN RETORNO

No era un día cualquiera, era el día. Uno de tantos en los que se debe tomar una decisión. Fue entonces cuando interrumpió una bandada de pájaros poco habituales en esta estación del año. Miré al cielo y un escalofrío me cruzó el cuerpo de arriba a abajo. Una trayectoria difícil de ejecutar sino fuera por los pequeños malabares de los que conquistaron los cielos.  Lo extraño era que aquí,en la tierra firme, todo empezaba a inquietarse de manera sepulcral.
De repente el cielo se cubrió de todos grises dibujando un mural de nubes que recorrían todos los tonos de la escala monocromo.  Las aves habían desaparecido.
El suelo empezó a vibrar bajo las delgadas sillas de la terraza donde tomábamos el café. Levanté la taza, le di un sorbo y mirándole a la cara le dije lo que sentía apelando a cierta tolerancia ante una inminente cagada.
Podría describir mediante una versión abreviada lo que expresé pero fue entonces cuando un amargo estruendo nos hizo saltar dejando un espacio considerable entre el asiento de la silla y nuestras  posaderas. Como toda regla empírica tras el efecto llega la consecuencia.
El cielo ahora cobraba tonos naranjas y coral con destellos intermitentes de ocre. El calor era insoportable, la emisión de cenizas dificultaba respirar, agravio magnificado a través de una conversación entrecortada y un mensaje ahogado, ahora por el fenómeno desatado. Trozos de roca caían sobre la acera y la calzada se inundo de un río de lava lento y devastador.
No sabía cómo interpretar aquello, tampoco la situación me daba la oportunidad necesaria. Solo recuerdo cuando la vi marchar que en el fondo de mi mente estaba seguro de que estaba totalmente muerto.
Mientras todo volvía a una normalidad, ahora muy distinta, me reúno con ella cada día y me veo considerablemente disminuido, cegado por la melancolía de un pasado glorioso.
De camino al trabajo observo cómo se marcha hasta que el horizonte engulle su moldeada silueta. Asomo entonces la mirada por el retrovisor para ver aquellos momentos pasados bajo un cielo de estrellas figuradas:
-“un humilde y escurridizo pene solo quería que se le prestara cierta atención. Torpemente erecto esperaba con cierta ternura a que el paladar terminase de saborear los manjares más íntimos y profundos que emanan del gozo de una mujer tras explotar de placer. Él miraba dulcemente con la cabeza aún apoyada en la entre pierna  a escasos centímetros de su vagina como si de una obra de arte expuesta en un museo se tratase. Ahora era su turno. Vacilante noto como su ano se dilataba humedecido por las emanaciones estremecedoras recientes. Penetró sin dificultad con destellos intermitentes que oscilaban dibujando en el aire un arco de forma notaría. El ritmo  suave y delicado permitía poder pararse brevemente para recorrer con la mirada aquel cuerpo estremeciéndose y notar como aumentaba la respiración y la temperatura de aquella piel aterciopelada levemente cubierta de un fino y delicado vello ahora erizado. Cogió la mano de ella y la atrajo sobre su propio sexo con la intención de que se acariciara. Tras tímidos intentos de resistencia abdicó y se dejó asir. Los movimientos se aceleraron a la vez que el ritmo de la penetración provocando en él una inexpresable erección culminando ambos en un climax total de pasiones incontroladas, disfrutadas  y en silencio vividas”
De vuelta a la circulación llego a los aparcamientos de la estación dispuesto a pasar un breve instante por el andén, sentarme en aquel banco donde tantas veces he llorado en silencio durante los últimos meses y aún vuelvo para llorar aunque es cierto que ahora no me llevo las manos a la cara pues al levantar la mirada recuerdo cómo se subía a otro tren que no era el mío. Apeado en la quietud de una irreversible soledad intento conscientemente leer sus pensamientos desde la distancia y siento miedo.
Todavía noto como quema y va ardiendo en mi interior su partida mientras me paso las horas intentando  dilucidar los motivos que le llevaron a ese viaje con destino precioso pero incierto a la vez que no quiero tener el entendimiento de mis errores.
Vi cómo se le caía una agenda que no me dio tiempo a devolver. Quedó  abierta por la página donde anotaba las cosas positivas que le ocurrían. Fechada en mayo de varios años atrás se podía leer con letra clara y firme “Primer  beso”
Me dirijo al filo de la dársena a la espera de mí tren en busca de un acantilado juez y letal cuando siento un alivio incompresible  provocado por el indulto diario basado en una  gran amistad futura y duradera.
Cuesta asumir las circunstancias cuando el corazón no quiere atender a la razón pero de igual manera que dos no se pelean si uno no quiere, debemos asumir el destino que el tren de la vida nos tiene destinado y aprender a vivir con ello. Podemos subirnos o bajarnos en cada estación si así lo deseamos pero es cierto que el camino no lo elegimos aunque sí que lo escribimos.
-“ Es lo que hay”-
Permitirme que os diga : ......“ Y UNA MIERDA”
-Clip.-
-¿Cómo? De clip nada...un mojón-
“Aquella otra tarde esperaba de rodillas a que terminase de despojarse de los estrechos pantalones y dejaran al aire unas tersas e interminables piernas que poco a poco se doblaban para dejarse caer sobre un suelo acolchado. Una vez flexionarlas y suficientemente abiertas levante la cabeza y fijando mis ojos en los suyos hablamos con la mirada asintiendo lo que a continuación sucedería.
Lentamente me fui acercando dibujando corazones con los labios por el interior de sus piernas. Cuando el suave y dulce muslo se acabo, la lengua tomó el testigo en busca de tan preciado botoncito detonador de placeres inconfesables. Con delicadeza y robustez fue separando los labios vaginales hasta que encontró lo que buscaba. La saliva empezó a luchar contra  un torrente de cálida humedad  y se dejó vencer. Con movimientos precisos y constantes fue recorriendo toda su zona pues no quería dejarse un milímetro sin saborear. De momento unas manos conocidas sujetaron tiernamente la cabeza y con un movimiento firme la colocó  en el lugar deseado. Todo apuntaba a que un torrente de placer estaba apunto de llegar, la respiración de aceleró, la tensión de los músculos de su cuerpo terminaron en una dulce explosión de excitación y relajación.
Tumbados mirando el techo nos prometimos amor eterno”.
Alimentado por los recuerdos se aprende a valorar una leve sonrisa por efímera que sea y hoy cuando todo ha  terminado,  cuando las calles vuelven a tener su aspecto habitual, el cielo vuelve a recuperar su tono  azul tímidamente cubierto de una nube que se ha colado Dios sabe por dónde, el aire es respirable, la brisa es fresca y la normalidad instaurada, vuelvo a disfrutar de mi café diario con la mejor compañía que se puede desear pues de no ser así para que cojones  se inventó el café.
-¡Ahora sí! ...
-Clip-



-Eso es lo que tú te crees.........

sábado, 9 de julio de 2016

JUEGO DE TRENES

El estruendo sonido producido por la bocina del tren de las cuatro y media terminó con el alelado estado en el que se encontraba sobre el andén de la estación. Fuera hacia un día primaveral con una brisa agradable, incluso se podía escuchar el revuelo de un grupo de jóvenes jugando con el agua en la acera. Todo apuntaba a que iba a ser un día especial, solo faltaba armarse de la suficiente valentía para encontrar las palabras adecuadas.
   La plataforma comenzaba a sufrir el ir y venir los transeúntes a diferencia de los que se agolpaban mirando al vacío de las vías. A veces creo que hay personas que se quedan las horas dejando morir lentamente el tiempo intentando enfrentarse al reto de ser el que ve más lejos un horizonte de hierros, madera, piedras, .... oscuridad.
   Armado de valor, se encerró sentado en el borde de una mesa y con su verborrea lo soltó. Valiente!
   Semanas más tarde, sentado ahora en una silla, apuntaba en una agenda lo bueno y lo malo en cada una de sus inmaculadas hojas con borde rosa. Las faltas de ortografía dejaron de tener importancia. El objetivo de aquella cruzada iba en contra de toda hostilidad. La decisión estribaba en subirse al tren que se había parado justo en frente. Lo podía palpar.
   Olvidó lo pusilánime que días atrás hacía temblar los cimientos de su conciencia e involuntariamente, firme, sin vacilar se adelantó hasta el borde del andén. La dilación  del primer paso se transformó en un efímero desfile casi castrense como la velocidad del pensamiento. Ya sin hormigón, el siguiente paso descansaría en el vacío... dentro!!!
  En movimiento con los pies fijados en el suelo, aún incrédulo se pellizcaba.... pausa .... de vuelta a la realidad se le escapó una sonrisa picaresca hacia un lado de la cara dejando ver cómo sus inmaculados incisivos descansan torpemente  sobre su labio inferior a modo de campo de amapolas rojas  sobre la ladera de un verde calle.  Consciente de ir a bordo en sentido contrario reclinó el asiento hacia atrás y con la mirada fijada en un punto del techo se despertó tres años después.
   Traicionado por las circunstancias, el tiempo, la oportunidad y la lucidez, el plan secreto elaborado se deshizo por completo mientras dormitaba. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos desvaneciendose sin más, poniendo resistencia al final del trayecto inútilmente. Apeado!!!
   Obligado ahora a subir al otro tren, tren situado paralelamente en la vía contigua, el de siempre... Su tren. Miró a un lado y a otro. Estaba vacío. Una extraña sensación a podredumbre lo envolvió. Las paredes se iban deshaciendo lentamente formando pequeños afluentes de lodo marcando su  perezoso  pero angosto curso. Las vigas se estaban fragmentando en pequeños e irregulares trozos que se desprendían con tenebrosa majestuosidad. Quiso correr la cortina de uno de los asientos que daba a la ventana y la tela se desmenuzó como si se tratase de un trozo de papel vegetal recién  sacado del horno. Resignación!!!
   Sentado en el ajado asiento que da al pasillo notó como aquel lugar se ponía en movimiento. No le importaba la dirección ni el destino de su nuevo viaje, su viaje, el viaje que de sobra  conocía la última parada. Con la mirada perdida hacia la ventana contemplaba como en el cristal se iban proyectando las imágenes de un viaje anterior que cronológicamente arranco tras el llanto de un complejo, una feria, Tijuana, un beso, ...... llantos!!!
   Haciéndose el dormido con los ojos abiertos empezó a soñar. Mientras tanto comenzó su viaje: Huelva, Malaga, Granada, Valencia, Ciudad Real, Sevilla,  de vuelta a Málaga, Granada y como en  toda procesión el paso se detuvo...R.I.P.
  Hoy, algo más de tres meses  vuelve fielmente al andén en busca de respuestas sin preguntas, aferrado a un fiel sentimiento que le emana desde lo más profundo de su ser. Casi lo ahoga. Se sienta al filo de la pasarela, finge no pasar nada y se queda media hora soñando en volver a aquel tren que no le permitió llegar a su destino. Pero las vías ahora están vacías y llenas de herrumbre, abandonadas como presagio de un viaje que no llegará. Quizás ya no haya tren o su viaje comienza con un nuevo destino, pues hay distancias que enfrían se  acero asiático  y quien maneja los mandos de la locomotora tiene el derecho de admisión. “Zaska”
   Sin embargo  no está solo, una chica hippy cada mañana se sienta adormilada a su lado y no dice nada. Como si de un ritual tribal se tratase se miran el uno al otro durante un breve instante y vuelven la mirada a cada uno de los opuestos  sentidos a todo lo largo que la vista alcanza ver los interminables raíles. Soledad!!!
   Llevo varios días intentando verlo, pues “la curiosidad mató al gato” y no entiendo bien esta historia, que vive Dios, me da en el bigote que podría ser una de tantas  historias de amor y aquí nadie se atreve a subirse al vagón, menos aún sabiendo que dirección tomar.
Yo lo tengo claro!!!
Tú no?