miércoles, 17 de agosto de 2016

Columba livia

-¿Qué tarda un cuerpo en descomponerse, señorita?-
   Tenía sólo doce años cuando realicé esta consulta a mi profesora de segundo de primaria durante una excursión al Museo Arqueológico de mi ciudad. Me llamó la atención ver aquellos esqueletos, sobre todo los que estaban incluidos en una vasija de barro con bordes romos.

   Hoy es 30 de Marzo de 2016 cuando una alarma interna se accionó violando todos los vericuetos de mi cerebro. Me levanto con los ojos vidriosos y de forma obtusa me visto en la oscuridad de la habitación. Serían aproximadamente las 00:45 de la madrugada, una hora después de acostarme y seis horas antes que sonara la estoica melodía del despertador.
Al salir a la calle un enorme hedor a podredumbre, suciedad, orín y sudor se mezclaba en un denso ambiente a humedad agria,  densa y  difícil de respirar. Tuve que frotarme los ojos para comprender que aún no estaba en  mi sala de autopsias con mis cadaveres diarios, mi bata blanca ajada y mi juego de bisturíes sobre un cadalso inmaculado.
   -Saben aquello que iban dos cuñados caminando junto a una Alameda tras hincarse  media olla de garbanzos estofados, cuando el más joven de ellos afirma “me están entrando unas ganas de cagar. ¿Tú llevas el papel? A lo que el más adulto se detiene un instante, le mira fijamente a los ojos y dice “ no!!!... yo me lo se de memoria”-

   Mientras caminaba me vino a la memoria el recuerdo sutil y visible que opera aún de forma codiciosa cuya imagen de una  mujer todavía en mi lecho, dormida boca abajo con su cuerpo semi  desnudo cubierto solamente con una melena que ocupaba parte de su espalda como si de un cuadro se tratase y las pantorrillas cubiertas por un haz de sabanas torpemente amontonadas testigo de flujos y olores de un día apasionado. Me entretuve un poco en reconstruir las marcas que su piel había dibujado en su trasero ... ahora que lo recuerdo....precioso! Por la ventana asomaba la imagen de nuestro apacible mar Mediterráneo acariciando con sus tímidas olas la orilla de nuestra hermosa bahía.
Sin darme cuenta mi desasosiego particular me hizo parar involuntariamente pues  ya me encontraba en la parada de taxi. Mire hacia mis piernas con la intención de agradecer tal gesta cuando el resplandor del blanco de mis huesos entre jirones de carne inerte y coágulos de sangre, reclamo de una carne ya muerta que se pudre de forma jovial y vuelvo a notar el mismo hedor de unos minutos atrás.
   -Un señor con capa negra y sombrero alado entra en una tienda de animales y le pregunta al caballero de detrás del mostrador:
 “¿Me puede usted vender 500 palomas?.
 ¿Mensajeras?
No! No le ensagero para nada”.

   El escaso margen difuso que deja un desamor, junto con un grupo de moscas revoloteando en torno a mi cabeza, entorpece mis pesquisas y a medio camino entre la protesta y la disculpa amistosa confirma, más bien no apruebo el crédito de respeto que por interés propio había acumulado. La advertencia de algo vivido agazapado por el recuerdo,  observando las heridas de un inolvidable pasado, decido plantear mi jugada con un enroque a la Reina. Marcaba el reloj las 14:50 cuando la partida termino. Jaque al Rey viejo. Intento insinuar surcos de lagrimas oscuras, más bien sucias para no desvelar un meticuloso plan que había confeccionado semanas atrás  con el más mínimo de los detalles. No había dejado nada al azar como en aquellas gloriosos enlaces matrimoniales en época de esplendor.
   Giro la cabeza cuando observó la fugaz y conocida figura negra de aquel caballero de capa y sombrero alado. Con una carpeta en la mano y un boli “bic” en la otra,  mantiene una conversación con un señor bajito vestido con un traje outlet gris oscuro a rayas  y corbata verde isabelina estampada con tonos más oscuros de lo más hortero.
-Querido amigo, tengo en mi poder 1000 palomas-
¿Mensajeras?
-No te ensagero nada-

   Tenaz como un ejército de húsares, afino el matiz para tener la misma sensación que una ciudad fortificada, cercana e inalcanzable como aquella mujer tumbada en mi lecho unas horas antes, ahora desvaneciendose en el horizonte. Estólido, miro al cielo  y veo pasar más o menos 1500 palomas batiendo sus alas al viento y no te ensagero nada.
   Algo falla en el sistema de refrigeración. El calor se hace patente. Me sobra ropa. La bata lleva impregnado trozos de carne en descomposición con restos ocres de un pectoral intonso. Del pecho gorgotea una densa pus acelerada por hiperventilación. Los pulmones toman un color oscuro y  oxidado en continua contienda con  un trozo de tráquea que  martillea el lóbulo superior ferozmente. Un charco de fluidos viscosos humedecen mis mocasines. El nivel va en aumento. Me muevo, - ¡soltar amarras!- -recoger la mayor!—¡soltar juanetes y trinquillas!...Comienza mi  singular singladura. En un intento de salir de allí me viene a la cabeza aquella mujer que entra a la consulta del médico con mucha prisa – señora, necesito una muestra de sangre, otra de heces y otra de esperma de su marido-  - Doctor,  aquí le dejo mis bragas y ya se apaña usted que llegó tarde al trabajo-
Atónito, el médico llama a su enfermera para emitir la petición de las pruebas. Le hace entrega de aquella ropa interior, minúscula y rebosante de valiosa  información. Le llama algo la atención. -Espere un memento señorita – informe al laboratorio que quiero los resultados más rápido que el vuelo de 2000 palomas- -¿Mensajeras, Doctor?- - No le ensagero nada-

   En la cafetería de al lado aquel hombrecillo regordete, bajito y chabacano deja su chaqueta gris a rayas sobre el respaldo de un maltrecho taburete delante de la barra. – ¿Qué le pongo al señor?- -Al Señor le pone usted dos velas, a mí un café con la leche en el infierno, por favor!. Tras la barra pegado, no sé cómo, en una enorme cristalera, un reloj marcaba la hora. Hora  que no viene a cuento por mucho que su jovial agujilla del segundero se moviera más rápido que el esclavo que huye del látigo de su amo. Entré  o ya estaba sentado, no recuerdo bien. En definitiva lo que allí sucedió no tiene precedente alguno. Las paredes comenzaron arder por combustión espontánea, los remolinos de llamas rojas y amarillas ascendían hacia el techo, los fluorescentes acaecían en secuencia de pequeñas detonaciones como si tuvieran una espoleta bien sincronizada. Puertas y ventanas comenzaron a abrirse y cerrarse en continua discordia, todas estallaron simultáneamente. Inmóvil aún en mi lugar de la mesa donde se enfriaba un amargo café, la miré a los ojos y repasando los tiempos verbales cité:” -Te amo, te amé y te amaré-“ Las llamas no tardaron en envolverme y a medida que iban devorándome primero la piel, luego la carne y cuando el hueso se transformaba en polvo, a través del fuego  pude verla por un instante más bella que nunca.

Salí del bar cabizbajo  y a pocos metros me encontré de nuevo con aquel señor de capa y sombrero alado negro que sin darme tiempo a reaccionar me preguntó cómo me iba el día. Sin poder mirarle a la cara me llegó el recuerdo de una historia en la que un León había delimitado su territorio de la jungla con una valla y un cartel donde decía ¡Cuidado con el León! Una nota aclaraba: si entras sin permiso te comerá o te follará.. Seguí mi camino con la mirada fijada en la acera y al llegar a su altura, en un intento de articular palabra balbuceé –“a mí me comió-“

  Hoy, siendo el responsable de mi propio asedio, suturo  el pecho y el abdomen de un occiso de los seis que aún impertérritos permanecen sobre el frío de su respectiva mesa de aluminio cubiertos con una impecable sábana blanca recién planchada y olor a lavanda. Decido tomar un descanso. Salgo a la calle. Necesito un cigarrillo. Tomó asiento en uno de los bancos de la rambla junto a un señor que momentos después paradójicamente estaba alimentando a 2500 palomas.

-¿Mensajeras?-

-¡¡¡ Venga ya ¡!!

domingo, 31 de julio de 2016

JUEGO DE TRENES. VIAJE SIN RETORNO

No era un día cualquiera, era el día. Uno de tantos en los que se debe tomar una decisión. Fue entonces cuando interrumpió una bandada de pájaros poco habituales en esta estación del año. Miré al cielo y un escalofrío me cruzó el cuerpo de arriba a abajo. Una trayectoria difícil de ejecutar sino fuera por los pequeños malabares de los que conquistaron los cielos.  Lo extraño era que aquí,en la tierra firme, todo empezaba a inquietarse de manera sepulcral.
De repente el cielo se cubrió de todos grises dibujando un mural de nubes que recorrían todos los tonos de la escala monocromo.  Las aves habían desaparecido.
El suelo empezó a vibrar bajo las delgadas sillas de la terraza donde tomábamos el café. Levanté la taza, le di un sorbo y mirándole a la cara le dije lo que sentía apelando a cierta tolerancia ante una inminente cagada.
Podría describir mediante una versión abreviada lo que expresé pero fue entonces cuando un amargo estruendo nos hizo saltar dejando un espacio considerable entre el asiento de la silla y nuestras  posaderas. Como toda regla empírica tras el efecto llega la consecuencia.
El cielo ahora cobraba tonos naranjas y coral con destellos intermitentes de ocre. El calor era insoportable, la emisión de cenizas dificultaba respirar, agravio magnificado a través de una conversación entrecortada y un mensaje ahogado, ahora por el fenómeno desatado. Trozos de roca caían sobre la acera y la calzada se inundo de un río de lava lento y devastador.
No sabía cómo interpretar aquello, tampoco la situación me daba la oportunidad necesaria. Solo recuerdo cuando la vi marchar que en el fondo de mi mente estaba seguro de que estaba totalmente muerto.
Mientras todo volvía a una normalidad, ahora muy distinta, me reúno con ella cada día y me veo considerablemente disminuido, cegado por la melancolía de un pasado glorioso.
De camino al trabajo observo cómo se marcha hasta que el horizonte engulle su moldeada silueta. Asomo entonces la mirada por el retrovisor para ver aquellos momentos pasados bajo un cielo de estrellas figuradas:
-“un humilde y escurridizo pene solo quería que se le prestara cierta atención. Torpemente erecto esperaba con cierta ternura a que el paladar terminase de saborear los manjares más íntimos y profundos que emanan del gozo de una mujer tras explotar de placer. Él miraba dulcemente con la cabeza aún apoyada en la entre pierna  a escasos centímetros de su vagina como si de una obra de arte expuesta en un museo se tratase. Ahora era su turno. Vacilante noto como su ano se dilataba humedecido por las emanaciones estremecedoras recientes. Penetró sin dificultad con destellos intermitentes que oscilaban dibujando en el aire un arco de forma notaría. El ritmo  suave y delicado permitía poder pararse brevemente para recorrer con la mirada aquel cuerpo estremeciéndose y notar como aumentaba la respiración y la temperatura de aquella piel aterciopelada levemente cubierta de un fino y delicado vello ahora erizado. Cogió la mano de ella y la atrajo sobre su propio sexo con la intención de que se acariciara. Tras tímidos intentos de resistencia abdicó y se dejó asir. Los movimientos se aceleraron a la vez que el ritmo de la penetración provocando en él una inexpresable erección culminando ambos en un climax total de pasiones incontroladas, disfrutadas  y en silencio vividas”
De vuelta a la circulación llego a los aparcamientos de la estación dispuesto a pasar un breve instante por el andén, sentarme en aquel banco donde tantas veces he llorado en silencio durante los últimos meses y aún vuelvo para llorar aunque es cierto que ahora no me llevo las manos a la cara pues al levantar la mirada recuerdo cómo se subía a otro tren que no era el mío. Apeado en la quietud de una irreversible soledad intento conscientemente leer sus pensamientos desde la distancia y siento miedo.
Todavía noto como quema y va ardiendo en mi interior su partida mientras me paso las horas intentando  dilucidar los motivos que le llevaron a ese viaje con destino precioso pero incierto a la vez que no quiero tener el entendimiento de mis errores.
Vi cómo se le caía una agenda que no me dio tiempo a devolver. Quedó  abierta por la página donde anotaba las cosas positivas que le ocurrían. Fechada en mayo de varios años atrás se podía leer con letra clara y firme “Primer  beso”
Me dirijo al filo de la dársena a la espera de mí tren en busca de un acantilado juez y letal cuando siento un alivio incompresible  provocado por el indulto diario basado en una  gran amistad futura y duradera.
Cuesta asumir las circunstancias cuando el corazón no quiere atender a la razón pero de igual manera que dos no se pelean si uno no quiere, debemos asumir el destino que el tren de la vida nos tiene destinado y aprender a vivir con ello. Podemos subirnos o bajarnos en cada estación si así lo deseamos pero es cierto que el camino no lo elegimos aunque sí que lo escribimos.
-“ Es lo que hay”-
Permitirme que os diga : ......“ Y UNA MIERDA”
-Clip.-
-¿Cómo? De clip nada...un mojón-
“Aquella otra tarde esperaba de rodillas a que terminase de despojarse de los estrechos pantalones y dejaran al aire unas tersas e interminables piernas que poco a poco se doblaban para dejarse caer sobre un suelo acolchado. Una vez flexionarlas y suficientemente abiertas levante la cabeza y fijando mis ojos en los suyos hablamos con la mirada asintiendo lo que a continuación sucedería.
Lentamente me fui acercando dibujando corazones con los labios por el interior de sus piernas. Cuando el suave y dulce muslo se acabo, la lengua tomó el testigo en busca de tan preciado botoncito detonador de placeres inconfesables. Con delicadeza y robustez fue separando los labios vaginales hasta que encontró lo que buscaba. La saliva empezó a luchar contra  un torrente de cálida humedad  y se dejó vencer. Con movimientos precisos y constantes fue recorriendo toda su zona pues no quería dejarse un milímetro sin saborear. De momento unas manos conocidas sujetaron tiernamente la cabeza y con un movimiento firme la colocó  en el lugar deseado. Todo apuntaba a que un torrente de placer estaba apunto de llegar, la respiración de aceleró, la tensión de los músculos de su cuerpo terminaron en una dulce explosión de excitación y relajación.
Tumbados mirando el techo nos prometimos amor eterno”.
Alimentado por los recuerdos se aprende a valorar una leve sonrisa por efímera que sea y hoy cuando todo ha  terminado,  cuando las calles vuelven a tener su aspecto habitual, el cielo vuelve a recuperar su tono  azul tímidamente cubierto de una nube que se ha colado Dios sabe por dónde, el aire es respirable, la brisa es fresca y la normalidad instaurada, vuelvo a disfrutar de mi café diario con la mejor compañía que se puede desear pues de no ser así para que cojones  se inventó el café.
-¡Ahora sí! ...
-Clip-



-Eso es lo que tú te crees.........

sábado, 9 de julio de 2016

JUEGO DE TRENES

El estruendo sonido producido por la bocina del tren de las cuatro y media terminó con el alelado estado en el que se encontraba sobre el andén de la estación. Fuera hacia un día primaveral con una brisa agradable, incluso se podía escuchar el revuelo de un grupo de jóvenes jugando con el agua en la acera. Todo apuntaba a que iba a ser un día especial, solo faltaba armarse de la suficiente valentía para encontrar las palabras adecuadas.
   La plataforma comenzaba a sufrir el ir y venir los transeúntes a diferencia de los que se agolpaban mirando al vacío de las vías. A veces creo que hay personas que se quedan las horas dejando morir lentamente el tiempo intentando enfrentarse al reto de ser el que ve más lejos un horizonte de hierros, madera, piedras, .... oscuridad.
   Armado de valor, se encerró sentado en el borde de una mesa y con su verborrea lo soltó. Valiente!
   Semanas más tarde, sentado ahora en una silla, apuntaba en una agenda lo bueno y lo malo en cada una de sus inmaculadas hojas con borde rosa. Las faltas de ortografía dejaron de tener importancia. El objetivo de aquella cruzada iba en contra de toda hostilidad. La decisión estribaba en subirse al tren que se había parado justo en frente. Lo podía palpar.
   Olvidó lo pusilánime que días atrás hacía temblar los cimientos de su conciencia e involuntariamente, firme, sin vacilar se adelantó hasta el borde del andén. La dilación  del primer paso se transformó en un efímero desfile casi castrense como la velocidad del pensamiento. Ya sin hormigón, el siguiente paso descansaría en el vacío... dentro!!!
  En movimiento con los pies fijados en el suelo, aún incrédulo se pellizcaba.... pausa .... de vuelta a la realidad se le escapó una sonrisa picaresca hacia un lado de la cara dejando ver cómo sus inmaculados incisivos descansan torpemente  sobre su labio inferior a modo de campo de amapolas rojas  sobre la ladera de un verde calle.  Consciente de ir a bordo en sentido contrario reclinó el asiento hacia atrás y con la mirada fijada en un punto del techo se despertó tres años después.
   Traicionado por las circunstancias, el tiempo, la oportunidad y la lucidez, el plan secreto elaborado se deshizo por completo mientras dormitaba. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos desvaneciendose sin más, poniendo resistencia al final del trayecto inútilmente. Apeado!!!
   Obligado ahora a subir al otro tren, tren situado paralelamente en la vía contigua, el de siempre... Su tren. Miró a un lado y a otro. Estaba vacío. Una extraña sensación a podredumbre lo envolvió. Las paredes se iban deshaciendo lentamente formando pequeños afluentes de lodo marcando su  perezoso  pero angosto curso. Las vigas se estaban fragmentando en pequeños e irregulares trozos que se desprendían con tenebrosa majestuosidad. Quiso correr la cortina de uno de los asientos que daba a la ventana y la tela se desmenuzó como si se tratase de un trozo de papel vegetal recién  sacado del horno. Resignación!!!
   Sentado en el ajado asiento que da al pasillo notó como aquel lugar se ponía en movimiento. No le importaba la dirección ni el destino de su nuevo viaje, su viaje, el viaje que de sobra  conocía la última parada. Con la mirada perdida hacia la ventana contemplaba como en el cristal se iban proyectando las imágenes de un viaje anterior que cronológicamente arranco tras el llanto de un complejo, una feria, Tijuana, un beso, ...... llantos!!!
   Haciéndose el dormido con los ojos abiertos empezó a soñar. Mientras tanto comenzó su viaje: Huelva, Malaga, Granada, Valencia, Ciudad Real, Sevilla,  de vuelta a Málaga, Granada y como en  toda procesión el paso se detuvo...R.I.P.
  Hoy, algo más de tres meses  vuelve fielmente al andén en busca de respuestas sin preguntas, aferrado a un fiel sentimiento que le emana desde lo más profundo de su ser. Casi lo ahoga. Se sienta al filo de la pasarela, finge no pasar nada y se queda media hora soñando en volver a aquel tren que no le permitió llegar a su destino. Pero las vías ahora están vacías y llenas de herrumbre, abandonadas como presagio de un viaje que no llegará. Quizás ya no haya tren o su viaje comienza con un nuevo destino, pues hay distancias que enfrían se  acero asiático  y quien maneja los mandos de la locomotora tiene el derecho de admisión. “Zaska”
   Sin embargo  no está solo, una chica hippy cada mañana se sienta adormilada a su lado y no dice nada. Como si de un ritual tribal se tratase se miran el uno al otro durante un breve instante y vuelven la mirada a cada uno de los opuestos  sentidos a todo lo largo que la vista alcanza ver los interminables raíles. Soledad!!!
   Llevo varios días intentando verlo, pues “la curiosidad mató al gato” y no entiendo bien esta historia, que vive Dios, me da en el bigote que podría ser una de tantas  historias de amor y aquí nadie se atreve a subirse al vagón, menos aún sabiendo que dirección tomar.
Yo lo tengo claro!!!
Tú no?

domingo, 29 de noviembre de 2015

CELOS

Alguien dijo una vez: -“Cordoba tiene un color especial...”-  o más o menos algo parecido dice la canción, no?
   Si es cierto que el origen de esta historia comienza sobre un  afeminado tejado con la  tez de un hombre de aquellos donde aún no existía la rueda y casi siempre con sus mismos ropajes. Es curioso, ahora que lo pienso, que su inadecuada sonrisa favorecía horripilantemente a ese ser.
   Todo comenzó horas antes, aún no le daba importancia a los continuos mensajes de ida y vuelta que se iban produciendo a lo largo del día. Fue un –“vamos ya!, Paca”- a modo de impaciencia e inusual para lo que debería haber sido un depredador a la altura de semejante presa. Presa única en el mundo por su belleza inconfundible ....¿ajena quizás a lo que se avecinaba?
   Las primeras pesquisas infundadas acaecían hacia un abismo donde de forma incomprensible el botín se dejaba asir. A medida que las horas pasaban las evidencias tan legibles vaticinaban un cierre del caso de forma fulminante – “coser y cantar”- se decía a sí mismo frotándose las manos.
   El subconsciente a vences te atropella el trasero vigorosamente de forma que no te deja pensar con claridad. Fiel a él, como no podría ser de otra manera, te dejas arrastrar teniendo como consecuencia el  inevitable desvirgamiento llegando a ser atroz hasta el punto de notar como lentamente  se te alisa el esfínter hasta que el desgarro te envuelve en una esfera de calamidad.
No obstante, terco por esclarecer los hechos, ahondaba en heridas abiertas y pululantes mientras  se encaminaba hacia el bar que había junto al dispensario de anticonceptivos donde certeramente y gracias a su intuición la encontraría allí.
   Incapaz de ingerir bocado, cabizbaja y sin articular palabra fue presa nuevamente pero esta vez la alimaña era de otra estirpe. No paraba de disparar ráfagas de preguntas y más preguntas, pues como bien apunté anteriormente fue follado por su subconsciente.
-“¿Pero a qué se debe tanto revuelo?”- Jamás en la historia de cualquier investigador que le ponen delante de sus propios ojos la posibilidad de leer las pruebas, rehusa a verlas y se hecha de nuevo a las calles acompañado de su ceguera en busca de hechos infundados sin conexión con el caso.
-¿Estaremos ante un necio que se infringe dolor a modo de dopaje?-
Extraña historia donde ninguna ciudad alberga echo insólito.
   Pasan las horas para el presunto derrotado. La soledad de la barra de un mediocre bar de la ciudad, luz tenue y una espesa nube de tabaco sobre su cabeza era el perfecto escenario lúgubre para poner fin a un ciclo por no decir el comienzo hacia el final de su existencia.
 –“¿Y entonces que pasó?”-....
... Que al igual que el desamor, el amor lo devoró.
Un gato se posó en sus pies y se dormido ronroneando. Momentos antes, posado en el alféizar de su ventana observaba las gentes fumar en las frías terrazas de una noche primaveral de noviembre.
...-“sigo sin entender”-
.... –“¿A ver cómo te lo puedo explicar?”-
-“¡eso,eso, explícate!”
Silencio....
....más silencio!....
...Volviendo al principio, un gesto inapropiado le cambio el talante, epicentro de elocuencias cuyas reacciones desataron un brinco de la silla donde permanecía inquietamente sentado, con un –“hasta mañana”- ahogado se marchó, pues se sentía fuera de lugar y un obstáculo hacia un futuro nada prometedor.
   Tumbado encima sobre el hastío de su colchón en la quietud de la noche,  impertérrito con la mirada perdida en la oscuridad de su habitación, se proyectaban infinidad de imágenes pasadas a cámara rápida ante el inútil intento de pegar ojo.        Siempre te preguntas cómo se puede llegar  a darse estas situaciones. Y son estas y otras pesquisas las que el buen pensador culmina con la respuesta correcta. Como en una buena peli de detectives el culpable no es quien parece ser. Hay que sufrir y  sortear incómodas situaciones por el camino, ordenar las ideas y una vez claras,  elaborar la hipótesis que te lleve directamente al culpable... y no siempre es el mayordomo o la chica de la limpieza.
...sigamos...
   En el intento de descubrir lo que sucedió obsesionado por cerrar el caso  y el porqué de los acontecimientos que atormentaban sus investigaciones, tubo que tomar de su propia  medicina una noche en la terraza de un café sin consumición alguna que tomar.    Empático,  dejó que poco a poco se fueran quedando vacías las mesas de la terraza pues la soledad lo elevó a un estado de valentía tal que unas lágrimas comenzaron a aflorar. Mientras balbuceaba entre sollozos cada una de sus investigaciones, fue atando cávalas torpemente en voz alta. Imperó la verdad y la razón pues cada una de las notas no salían de los  apuntes de su maltrecha agenda,  sino con una forma casi alienígena emanaron de lo más profundo de su corazón. Por  fin y sin más se quedó atónito pues ha encontrado al culpable. –“Yo”-.
   Han pasado varios días tras su propia detención y aferrado a los barrotes de aquel inhóspito lugar,mirada perdida, una leve sonrisa se quiere dibujar en su boca pues sin soltar el frío y oxidado hierro ha recuperado el apetito que perdió  y pide a gritos seguir encadenado.
Tras él en la oscura pared se puede leer –“ Cordoba, una hermosa ciudad que me devolvió la felicidad”-



domingo, 28 de diciembre de 2014

Pandemia


…espero que esta exposición haya cubierto vuestras expectativas iniciales. Como dije al principio, tratamos un tema “pesado” en su teoría, a la vez que interesante en el terreno.

Así acabó mi ponencia o más o menos de forma semejante. Simultáneamente, el crepitar de las  sillas moviéndose hacia atrás envolvió las últimas palabras mientras escribía mi dirección de correo electrónico en una pizarra tediosa con un rotulador pidiendo a gritos un sustituto y pude oír el sentimiento de vergüenza ajena producido por el trazado añil. Al cerrar torpemente la capucha lancé una mirada de consuelo al rotulador haciendo la promesa de su pronto reemplazo.

-Perdonar este distracción, porque no sé a qué carajo ha venido este comentario- Mis disculpas por perder el hilo de esta historia.

El día amaneció gris, un gris azulado típico de nuestra tierra. Solo unas gotas de lluvia que caían tímidamente. Seguramente alguien desde las nubes les estaba obligando a precipitarse al vacío. Lo más normal que en pleno mes de diciembre no bajamos de los quince grados por lo que mientras realizaba un curso acelerado e intensivo del manejo del paraguas pisé una de tantas baldosas sueltas de nuestras aceras  con tal suerte que empapé mis mocasines nuevos.

-Esto tampoco tiene que ver con la historia que deseo contar, más aún… ni tiene relación alguna. Perdón!-

El tenedor de la vajilla de diario, discerniente,  sujetaba desproporcionadamente aquel pedazo de filete de lomo de cerdo como si deseara que no pudiese huir de la condena imputada. Ahora tocaba el turno del cuchillo. El arco descrito por el brazo desde su reposo en la zona comensal hasta el momento de comenzar a incidir sobre él fue majestuoso. Aún recuerdo como elegí el punto de incisión como si en él se dibujara unas coordenadas GPS de color verde fosforito. El ruido emitido por la sierra del cuchillo mientras desgarraba cada musculo de aquel inerte tejido fue casi aterrador y no era por la sequedad del instrumento ejecutador puesto que la orografía del filete acumuló pequeños lagos de aceite quemado. -Es que era de la parte de la cabeza-.

Una idea surgió en mi cabeza, inapropiada, como viene siendo habitual mientras almuerzo. Recordaba que esa misma tarde debía realizar mis compras. Me vino a la memoria un lugar cercano. Se trataba de un comercio asiático que estaba abierto todo el día. Saludé a su propietario de forma amigable presuponiendo que era conocido ya que su cara me resultaba familiar.

-Puede parecer una broma de mal gusto y es por ello que deseo me disculpéis por alejarme una vez más de este sin sentido-

Sentado en mi confortable sofá, las noticias siempre desastrosas de esta cadena provocan un cambio de canal en busca de mejores noticias. ¿Cuál fue mi sorpresa? Una estadística realizada por una honorable universidad con prestigio internacional exponía los datos de su distendido trabajo. “…se ha detectado un considerable aumento de un tanto por ciento elevado de españoles que buscan refugio ante la crisis asistiendo a las aulas”  Yo me pregunto cómo traducir este titular: ¿Soy más Listo o más Tonto con o sin status?

Se me ocurre una posible respuesta: A priori no es de listos ni de tontos en una sociedad cuyos valores culturales y morales están basados en lo que pueda pensar el vecino de nosotros nos compromete a ocupar nuestro tiempo en algo denegado como el trabajo. Ojo!, tenemos el derecho al trabajo pero poca posibilidad de acceder a él. Espiamos nuestros pecados estudiando.

…por lo menos hacemos algo de provecho.

 Ummmmm!!!

… parados…sí!... todavía,… pero más formados.

¡Más que formados en formación!: Formados para la cola del paro, para la cola de una ONG, para recibir una ayuda o en la cola del banco para evitar un desahucio.

Ahora me doy cuenta que por una vez estoy al hilo de las consecuencias, sin divagaciones ni despistes. Centrado, como no podría ser de otra manera, caigo en la cuenta que si falla un rotulador al hacer una reseña con un pronóstico del 5% de probabilidades de ser copiada o recordaba, no puede ser tan importante del hecho de salir a reponerlo a una tienda de los chinos un día lluvioso.

-Joder! Que a gusto me he quedado!.... o no!!!

-Cip-

lunes, 24 de febrero de 2014

Disfunción Erectil



  Entre el bullicio, un ir y venir de materiales, cajas, personas y demás, formaban parte de aquel día. Al fondo, un sollozo silencioso llama mi atención insonorizando el resto del  estridente ambiente y me hace girar en la dirección de donde proviene tal sonido.

   Manos sobre la cabeza, servilletas de papel, ojos sonrojados, lágrimas resbalando por las mejillas formando pequeños afluentes que aumentan el caudal de un rio que desemboca en el mar de las penas y la respiración agitada fueron las pesquisas suficientes para dilucidar lo que allí estaba sucediendo...-¿Por qué esta escena?-

   No supe que hacer ni decir. Lo primero que mi subconsciente sugirió fue abalancharme sobre ella y rodearla con mis brazos, previo todo aquello, una posterior batería de sutiles preguntas me ayudarían a llegar al meollo de la cuestión.

   Algo extraño presentí puesto que cuando me preparaba a derramar todas aquellas  breves y directas cuestiones, mi cortex se paralizó por completo. Una erección había atraído toda mi atención… ¡Así no hay manera de hacer nada!. Algún monosílabo me hubiera bastado.

   Cuando el retorno sanguíneo comenzaba a liberar mis pensamientos, tímidamente pude balbucear  lo que viene a ser un tímido deseo de salir de allí. No sé, si con la acertada idea de ir a tomar un café con la leche bien caliente….-Uff!!, perdón.

   De camino a la cafetería,  la cafeína fue haciendo  su reacción. El aroma de su piel y de su cabello aún mantenía una extraña batalla entre sentimientos y feromonas. Minutos más tarde, al sentir la temperatura de aquella revitalizante bebida en mis labios, comprendí lo que me había llevado hasta allí. La hora del té.

   Una luz enturbia la mirada. Levanto la vista y el  resplandor producido por la incidencia de los rayos del sol, en su perfecta inclinación con el líquido cristalino que forma aquella gota procedente de los ojos, vuelve a perturbar mis disertaciones e intento buscar una explicación a aquel fenómeno, mientras que las pupilas vuelven a su estado de normalidad – ¿Refracción?

   Comprendí, mientras se enfriaba el café, que el hecho por el que me encontraba en semejante lugar era debido a lo preocupante de ver a otra persona desahogar sus frustraciones, sin motivo aparente. Motivos tenía.

    La vida es un cúmulo de errores, cuya inevitabilidad solo es cuestión de medir cuál de ellos merece la importancia de dedicarle unos minutos de infelicidad. - ¿Quien tiene tal calibrador?-… Un alto nivel de responsabilidad solo puede producir confianza y satisfacción… O no!

   Mientras se producía la enumeración de motivos por los cuales se había llagado a aquel estado, de una forma proporcional quiso desfallecer en una perfecta combinación de palabras y sentimientos. Antes de que perdiera el equilibrio la sujeté por sus hombros. El contacto producido volvió a provocar una nueva erección sin venir a cuento.

   Hoy, varios meses  después de aquel desenlace, intento recomponer los motivos por los cuales una persona se  puede sentir decepcionada. Lo que aún no llego a comprender es como la cercanía de quien sabe quien provoca una erección que rompe toda barrera de calcificación de  próstata.

   Pasando una mano por la barbilla, frunzo el ceño y  mirando hacia lo que en otras circunstancias simulaba un precioso cielo azul, solo se me ocurre decir aquello que:  ¡Seguiremos investigando!. ¡Hacemos todo lo que podemos!. ¡Nadie quedará impune!

sábado, 30 de noviembre de 2013

Luna LLena



  -¡Ven!- sonó la voz al otro lado de la línea telefónica. Cinco tonos había dado su teléfono móvil antes de recibir la orden, cuya llamada esperaba de forma ansiada y meticulosamente programada. Aún así no  descolgó al instante, sino que lo dejó crepitar encima de la mesita junto a las copas vacías de la cena. Hoy tocaba bocadillo de mantequilla, queso y orégano, todo fundido al grill.

   -Voy- contestó él sin alterarse ni un ápice volviendo a dejar el teléfono encima de la mesa. No miró de quien se trataba pues ocho horas antes ya lo sabía.

   -¡Puedes venir!- se escuchó ahora en el mismo dispositivo que dos minutos antes emitía el imperativo monosílabo. Se trataba de la misma orden, algo más concisa pero con un tono más conciliador. Curiosamente aquella transmisión provenía de la misma persona que respondió minutos atrás. El ardid estaba concluido.

   -¿Qué sentido podría tener toda aquella parafernalia de llamadas en ambos sentidos?- Como si de un misterioso juego se tratase. Habían pasado veinte minutos cuando se encontraron bajo la luz tenue de los soportales de una plaza cercana al domicilio de ambos. Enfundados con sus ropas de trabajo no mediaron palabras y el que conducía puso en marcha su vehículo para salir del aparcamiento rumbo a su destino. Lo desconocido.

   Para ser más tarde de la media noche, de sus rostros emanaba una luz anormal, engalanada por el brillo de sus ojos, cuyas miradas no llegaron a cruzarse, pero de haberlo hecho hubieran omitido el saludo cordial que se procesaron.

   Entre ambos había una diferencia de edad que por respeto a ella habría he de omitir, pero aquello hacía que el silencio fuera prudencial, pues aún, ninguno de los dos sabía cómo iba a transcurrir la noche. Noche de luna llena, hermosa ella coronando majestuosamente un inusual cielo estrellado de verano, testigo de tantas historias, reluciente como nunca, silenciosa y mística.

   Algo más tarde - ya se encontraban a las afueras de la ciudad cuando de repente el vehículo giró a la derecha para dejar la carretera principal y adentrarse en un camino secundario, poco iluminado, para detenerse en la parte trasera de una zona industrial desértica a aquellas horas, justo en el mismo lugar donde meses atrás se volvieron a ver, pero esta vez todo era diferente. No se habían visto en el último mes y eso les preocupaba. No sabían si responderían como el mismo equipo que formaban, pero eran conscientes que el motivo que les había llevado hasta allí merecía la pena para jugarse la vida.

   Indecisos por elegir el mejor estacionamiento para no ser vistos, pasaron unos instantes inmersos en un tedio poco habitual entre ambos. Fue el sonido producido por la fresca brisa a su paso entre las esqueléticas ramas de unos arbustos mustios a esta época del año lo qué provocó la vuelta a la realidad. Tras revisar sus armas, se miraron a los ojos sosteniendo la mira impertérrita y salieron del coche.

   El se apresuró para abrirle la puerta, pero todo intento fue innecesario pues ella ya se encontraba fuera y con sólo una mirada inspecciono el lugar. –“Todo en orden-, aunque los latidos de su corazón iban en aumento y ese fenómeno era el indicador de que algo iba a ocurrir.

   Por un breve instante su mente viajó al pasado justo a aquel día en el que su padre le decía que si alguna vez tenía una difícil decisión que tomar, qué en la vida tendría numerosas, cerrara los ojos y escuchara a su corazón. Tenía sólo doce años entonces. Esta noche se dispuso no sólo a escuchar a su corazón, sino a ignorarlo por completo y se dejaría llevar por su instinto, así que sin pensarlo todo terminó allí. Una noche de luna llena.

Hoy, aquella noche quedó atrás y mientras escribo estas líneas aún me viene el recuerdo del aroma de sus besos.